miércoles, 10 de septiembre de 2008

RECUERDOS DEL DIA DEL MAESTRO (Pasó tanto tiempo )

Allí estaban.
Mas temprano que nunca.
Algunos tratando de ocultar un paquetito, para que fuera una sorpresa.
Otros con un paquete grande, hasta grandote. Y detrás una sonrisa, de orgullo, de satisfacción. ¿Será que la mamá compró un regalote?
Después de la llamada formación, bienvenida y saludos. Entrando al aula. La puerta resulta angosta por las premuras, yo primero para darle el regalo a la seño.
Pero la mirada nuestra era como la de las madres. Vimos antes de entrar que alguno estaba apesadumbrado. Si pudieran no estarían allí. Llegaron con las manos vacías.
Y la mirada huidiza parece contener una lágrima.
Entonces ponía mi voz en mandona.
-Chicos están muy desordenados. Ya veo que me trajeron regalitos. Por favor pónganlos sobre el escritorio que yo me olvidé algo en la dirección.
Estrategia simple, casi tan infantil como ellos. Ponían sus paquetes en un montón desordenado y con algunas peleas por ser los primeros.
Cuando regresaba minutos después con gesto poco usual de mando pedía que se sentaran tranquilos. Y... poco a poco, de a uno abría los paquetes mezclando los papeles y guardando las tarjetitas, luego de leerlas en voz alta.
De reojo veía el alivio de los que sentían el aguijón de la pobreza o de la indiferencia de la familia. Por algún motivo no habían podido cumplir con el ritual de llevar el obsequio para la seño. Pero en el bochinche de papeles brillosos y chistes no se sabría quienes eran los excluidos, sin culpa. ¿Quién querría sentir el dolor de no poder manifestar el amor por ella en este día tan especial?
Después vendría el corolario, la parte del acto con connotación de enseñanza.
Emocionada decía algo así:
-Gracias chicos pero, lo que quiero ahora es que todos me den un beso grande y un abrazo en el que me digan que me quieren. Eso es lo más importante porque nunca me olvidaré que fueron mis alumnos y el cariño nos enriqueció a todos.
Todas las jornadas de ese día escolar pasaban muy animados, llevando a las otras seños de la escuela las tarjetitas que les habíamos confeccionado con detalles bellos y con besos.
Al final después del acto en homenaje a Sarmiento regresaba a mi casa más cansada que otros días. Llena de regalos y de besos a mostrarles a mis hijos los pequeños detalles que eran también un homenaje para mi, por ser la seño Mari.

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