domingo, 5 de octubre de 2008

UNA MUJER SERRANA

Poco tiempo hace que me di cuenta. Hoy estoy segura.
Las serranas somos distintas.
No las bellas damas que llegaron a descansar sus andanzas citadinas y adoptan un vestuario semi gauchesco. A ellas las palabras les suenan a extraño, por las tonadas y los modismos.
Cuando dicen acá para referirse a este lugar tan entrañable, porque nos parió de sus entrañas, connotan que no pertenecen a esta serranía.
“Acá se usa tal cosa... Acá no se acostumbra a tal otra”...
Las serranas somos muy parecidas a las piedras de esas montañas. No somos maleables, tampoco caducas. Nos aguantamos los chubascos y después brillamos mejor.
Nos gusta pensar profundo, algunas bañadas en profundas filosofías. Leídas de los grandes que reflexionando orientaron al mundo o del simple transcurrir de la existencia.
Mirada con la sabiduría ancestral que se hace propia intuitivamente.
Dicen que los griegos pudieron desarrollar sus sistemas de pensamiento elevadísimo por vivir en ese mundo montañoso y bello. Yo creo que las serranas tenemos un espíritu estético elevado, superior. También podemos dejar de lado las superfluas naderías, poco sustentables para guiar por el camino del pensamiento a los demás.

jueves, 2 de octubre de 2008

LLEGARON MIS TUMUÑUCOS

Llegaron hoy.
Mi día se ha llenado de emoción y de alguna lagrimita perdida.
Estoy tan contenta. Ahora si es primavera.
Llegaron los tumuñucos. Esos pajaritos diminutos para los que cuido un árbol todo el año.
Son hermanos de los colibríes pero, ellos no tienen esas maravillosas colas de fuego puro.
Diminutos, primorosos. Más pequeños que mi dedo pulgar. Muy charlatanes, me avisaron que llegaron con sus chuichis. Por lo menos llegaron dos.
Seguro harán su nidito en un siempreverde de los enormes que nos protegen del viento, por el norte.
Esos árboles no son míos están en un terreno vecino. Ojalá que el dueño no los corte nunca.
Más tarde vendrán otras parejitas y ya pasaré mis horas vigilando sus vuelitos.
Es que el árbol que les provee su alimento está muy cerca de la puerta de mi cocina. Es una planta autóctona que yo conservé sin saber la magia que me traería.
Me acordé que siempre que protegemos a alguien aunque sea una planta recibimos la devolución del amor con creces.
Tener generosidad es ser rico. Es estar lleno de gratitudes, si no te agradecen Dios te lo paga, casi es mejor.