domingo, 5 de octubre de 2008

UNA MUJER SERRANA

Poco tiempo hace que me di cuenta. Hoy estoy segura.
Las serranas somos distintas.
No las bellas damas que llegaron a descansar sus andanzas citadinas y adoptan un vestuario semi gauchesco. A ellas las palabras les suenan a extraño, por las tonadas y los modismos.
Cuando dicen acá para referirse a este lugar tan entrañable, porque nos parió de sus entrañas, connotan que no pertenecen a esta serranía.
“Acá se usa tal cosa... Acá no se acostumbra a tal otra”...
Las serranas somos muy parecidas a las piedras de esas montañas. No somos maleables, tampoco caducas. Nos aguantamos los chubascos y después brillamos mejor.
Nos gusta pensar profundo, algunas bañadas en profundas filosofías. Leídas de los grandes que reflexionando orientaron al mundo o del simple transcurrir de la existencia.
Mirada con la sabiduría ancestral que se hace propia intuitivamente.
Dicen que los griegos pudieron desarrollar sus sistemas de pensamiento elevadísimo por vivir en ese mundo montañoso y bello. Yo creo que las serranas tenemos un espíritu estético elevado, superior. También podemos dejar de lado las superfluas naderías, poco sustentables para guiar por el camino del pensamiento a los demás.

1 comentario:

Unknown dijo...

Que hermoso lo que escribís, un beso grande :)